ayuste on 1 Oct 2000 20:20:11 -0000 |
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[nettime-lat] Nacionalidad histérica |
para ser mas explicito, sucede que en la actual venezuela bolivariana, donde
vivimos una llamada "revolucion pacifica", que no es mas que la refundacion
del socialismo, un grupo de choque miliciano con boinas rojas se dedica los
fines de semana a recorrer las calles de caracas, especialmente las
estaciones del metro, repartiendo volantes que claman por la expulsion del
los extranjeros y la expropiacion de sus bienes. el panfleto menciona
especialmente a italianos, portugueses y espanholes, que hemos emigrado a
este pais desde europa por causas distintas en la ultima mitad del siglo XX.
Yo soy español, y como español me siento
por más tiempo miembro de un especie de neumonía nacional,
que miembro de una comunidad híbrida, que se sabe interdependiente
y que como tal tiene que pensar la interdependencia, sus derechos y también
obligaciones. En España estamos apestados de fenómenos ultranacionalistas
tremendos, verdaderos desafíos a la razón y a la cultura
universal. Piénsese en el ultranacionalismo vasco, convencidos de
que su factor sanguíneo RH negativo, presente en un 5% de su población
es la piedra angular de su construcción nacional.
El País Vasco disfruta de potestades, otorgadas por la Constitución Española que para sí las quisieran muchos países soberanos y en las que no quiero entretenerme. Después de veintitantos años de Estatuto Vasco, de promoción del Euskera y de invención de una Historia Nacional Vasca, resulta que los vascos que no corean sus consignas, son 'colonos'; resulta que ellos no son responsables, ni de lejos, a la luz de los libros de texto que obligan a estudiar a los jóvenes dentro del territorio vasco, de los episodios de nuestra llegada a América (bien nutrida, por cierto, de apellidos vascos); resulta que de las páginas más oscuras de nuestra historia ellos sólo han sido víctimas y en ningún caso verdugos; resulta que ellos durante nuestras guerras civiles (el asesinato y la belicosidad sin cuento es un deporte popular en el País Vasco) nunca han estado alineados detrás del oscurantismo y lo retrógado (guerras carlistas). El nacionalismo vasco se moviliza al socaire de la honda expansiva que desaloja su espantoso grito por 'Dios y las viejas leyes'.
La falsificación de la historia es tan espectacular que produce escalofríos. Es un nacionalismo minoritario pero criminal y muy agresivo y al cual, de manera muy irresponsable, el resto de españoles, hemos otorgado demasiadas alas. Es un nacionalismo que se han embarcado en el nauseabundo ritual de la limpieza étnica. El nacionalismo étnico no padece limitación alguna para instrumentalizar la democracia en favor de sus opiniones y derechos, a lo que el resto de españoles estamos dispuestos. Sin embargo, no le parece suficiente, necesita escenificar la lucha por su identidad en medio de ceremonias sanguinarias.
No me siento culpable por tener entre mis conciudadanos a semejantes bestias (el nacionalismo vasco), si me siento responsable, por el contrario, en no poner más atención a los mecanismos xenofóbicos que el nacionalismo vasco estaba construyendo (historias nacionales de diseño, xenofóbicas y criminales) a partir de los libros de texto. Me siento muy culpable y responsable.
De igual modo, no me siento responsable por lo que los algunos españoles hicieron en América, cuando llegaron, si me siento responsable, por permitir interpretaciones fuera de foco de aquel acontecimiento, que todavía pueden registrarse en nuestros libros de texto (libros para los colegios). Me siento responsable por no hacer lo suficiente para acabar con tanto cliché: y para mi es un cliché falso el que nos presenta como colonialistas (que también hay libros de texto para niños en los que se enfoca la llegada a América desde esa perspectiva) como los que usan el insultante término de 'consquista'. Pienso en los indígenas. No creo que el término 'conquista' enfade a los ciudadanos de aquellos países, ellos son los descendientes de los colonos, mis primos en términos coloquiales, que en casi todos los casos, han exagerado si cabe, con las mismas prácticas sobre la población indígena.
El nacionalismo bolivariano, sus brigadas de boina roja, erigidas en guardianes de la esencia venezolana contra los extranjeros ordeñadores de la teta petrolera, me recuerda a los 'patriotas vascos'. En todo me lo recuerda. ¡Ojo al fenómeno! El epifenómeno Chávez, chevere, en plena sintonía estratégica con los generales gorditos de las FARC, cruzados con una banda fajín, y los hermanos Castro, está construyendo una nueva identidad venezolana, de cartón piedra, de diseño, tipo patriota vasco, que dará más de una sorpresa.
De la teta petrolera en Venezuela quien ha robado son los propios venezolanos (algunos), y quien seguirá robando serán también los venezolanos, mientras no encuentren más soluciones a sus males que los discursos de redención pronunciados por un caudillo libertador. En tanto en Venezuela la gente compre nada más que caudillos libertadores, tendrán lo que tienen: Caudillos Libertadores. A saber, más caudillos que libertadores. Me pregunto y no lo sé ¿Tenían elección los venezolanos entre tanta basura partidista e hipercorrupta y todos los resortes del Estado de Derecho en manos de semejante gentuza? A la luz de los resultados electorales parece que los venezolanos no estabana dispuestos a comprar otra cosa que no fuera un militón rifirrafe.
De todos modos, los países latinoamericanos, encontrán su sitio y su camino en la misma medida que se refunden desde una nueva concepción de los asuntos públicos y de los derechos y obligaciones ciudadanas, lejos de las ideolopatias al uso. El cambio, la evolución, la prosperidad y la libertad no se conquistan desde el poder y aún menos se garantizan. La misión de los estados y sus distintos poderes es administrar las conquistas de los ciudadanos, de las gentes. No al revés. El mayor cáncer de América Central y del Sur, han sido sus propias élites, primero sus propias élites y la habilidad demostrada para reproducir su enana, paralizante y casi siempre repulsiva visión del mundo y las cosas, y un poco después la elefantiásica miopía del fundamentalismo yanquee (una parte de la sociedad de los EE UU que quiere imponer su fóbica y racial visión del mundo latino). ¡Como los ciudadanos de EE UU tienen hilo directo con Dios, todo lo demás les parece poco! Dios se lo compensa de muchas maneras y los americanos no descansan en agradecérselo. Pónganse en el lugar de Dios, imagínense, hilo directo con la primera potencia. Si pronuncian un discurso a la nación, tengan por seguro, que al final, le dan gracias a Dios; le dan gracias a Dios hasta después de una persecución de las tropas del fiscal, por toda la ciudad, detrás del delincuente. ¡Deben saber que a Dios le gustan las persecuciones de coches!
Todavía recuerdo las declaraciones de Alfonso Guerra, Vicepresidente del Gobierno de España, en la época de Felipe González y coreadas y jaleadas por su partido y sus electores "la derecha ha chupado de la teta del estado durante 200 años, ahora nos toca a nosotros". Se correponde fielemente con la manera más oligofrénica de entender la convivencia y los asuntos públicos. Y ya digo, hacía las delicias de sus bases sociales y electorales. Las bases sociales y electorales del PP, no decían nada, arrugaban el ceño, porque en el fondo compartían la visión del Estado y de la cosa pública, algo que se puede patrimonializar en beneficio propio sin despeinarse. Las cosas, por fortuna, están cambiando, han evolucionado un poco. A esto mismo me refiero cuando hablo de la ideolopatías y las élites de América del Centro y del Sur. En España, los nacionalismos periféricos, como se les llama aquí, que anidan entre las clase medias más egoístas, nos están dando un lección de lujo sobre convivencia y principios democráticos: sus líderes, leáse, Pujol, Arzallus, Beiras, Ibarra, se eternizan en sus cargos, como si nada.
Estaría muy bien, para todos los ciudadanos afroiberoamericanos, disfrutar del principio de nacionalidad flotante dentro de dicho ámbito. La nacionalidad flotante afroiberoamericana se podría regular por el pricipio de contractualidad. A cada país se le asignaría una cuota mínima y otra máxima de nacionales del mencionado ámbito que pueden absorber. La cuota se regiría por criterios fiscales, asistenciales, territoriales y demográficos, en ningún caso por criterios raciales o culturales. Cuando he viajado por América no he podido evitar sentirme de aquellos países. He pensado en numerosas ocasiones que si prolongaba mi estancia me quedaba para siempre. Cuando he estado en África en paises de expresión lusa o hispana he sentido la misma sensación. A la luz del testimonio de amigos que vienen de América, cuando llegan a España, experimentan una sensación parecida. En España como en la gran mayoría de países existe la libre circulación de personas y libertad de asentamiento dentro del territorio del Estado. En Suiza, república confederal, no existe tal libertad, el derecho de asentamiento es competencia de la comuna, la población de la que se trate. Es más, la nacionalidad se obtiene si la Comuna, en referendum te otorga dicho derecho. La nacionalidad en los distintos países se consigue si cumples una serie de criterios, normalmente un número de años viviendo en el país y a partir de lazos familiares. Pues bien, en Suiza, donde la concesión de nacionalidad es perrogativa del pueblo en referéndum, se conceden muy pocas. Existen otros países, es cierto, que nada más admiten la nacionalidad si se cumple el principio de sangre. Alemania es uno de ellos aunque recientemente los verdes han conseguido amortiguar dicho anacronismo.
Admito que esto de las nacionalidades es un fastidio que tiene que ver más con la fiscalidad y derechos de los ciudadnos de los distintos países. En épocas de expansión económica las distintas nacionalidades no ponen reparos en asimilar mano de obra de otros lugares, en épocas de recesión, el discurso étnico lo invade todo.
Lo suyo es que la gente tenga derecho a ser de un sitio y de otro también. Como somos animales debemos ser animales un poco territoriales (como los leones, los hipopótamos...) Pero compartimos genes con las aves y otros animales. Pues eso, debemos tener nostalgia del vuelo y sobrevuelo, los distintos hogares y... bueno ahí está nuestra capacidad de adaptación y curiosidad.
Un abrazo. Solo uno y os lo repartís. Estoy escasos de abrazos. En el supermercado de la esquina están en oferta los abrazos, abrazos del día y muy frescos.
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Soy creyente porque sé que el más allá
está a dos metros de profundidad
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Antonio Yuste