ricardo dominguez on 25 Mar 2001 15:14:50 -0000


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Entrevista_a_Marcos_de_García_Márquez_y_Roberto_Pombo
> Date: Sun, 25 Mar 2001 13:24:26 +0200
>
> http://www.uol.com.co/revistas/cambio.htm
>
> Habla Marcos
>
> Gabriel García Márquez, Ciudad de México
>
> Gabriel García Márquez y Roberto Pombo lo
> entrevistan en México.
>
> El subcomandante Marcos llegó en 1984 a la selva
> lacandona de Chiapas, en el
> sureste de México, y allí vivió durante 17 años con
> las comunidades
> indígenas tzotziles y tzeltales hasta el 11 de marzo
> pasado, cuando la
> marcha que encabezó y que cruzó medio país remató
> con una manifestación
> gigantesca en la Plaza de la Constitución -mejor
> conocida como el Zócalo- de
> Ciudad de México.
>
> En ese lugar, cargado de un enorme peso histórico,
> el jefe del Ejército
> Zapatista de Liberación Nacional, sin un arma
> encima, hizo oficial la
> decisión de su movimiento de hacer política por las
> buenas. Desde ese día
> los mexicanos tienen el alma en vilo, pues saben que
> en buena medida el
> destino del país depende del éxito o del fracaso de
> las gestiones de este
> misterioso hombre encapuchado y del puñado de
> comandantes que componen su
> estado mayor. Su misión es lograr la aprobación de
> una ley de derechos para
> los indígenas y sentar al Gobierno de Vicente Fox,
> cara a cara, en una mesa
> de negociación.
>
> Marcos se instaló con su gente en la Escuela
> Nacional de Antropología e
> Historia (ENAH), al sur de la ciudad, cuyos salones
> de clase improvisados
> como dormitorios y recintos de reuniones se han
> convertido en el centro de
> la atención de la opinión pública mundial, debido a
> la importancia de sus
> inquilinos actuales y a la catarata de noticias de
> implicaciones definitivas
> que se generan allí minuto a minuto.
>
> El subcomandante de los zapatistas no había logrado
> que el Congreso le
> permitiera exponer su criterio sobre la ley de los
> indígenas ante los
> diputados en pleno, pues la división de opiniones en
> todos los partidos
> políticos impedía alcanzar cualquier consenso frente
> al tema. Al final, el
> jueves, se abrió una luz de esperanza cuando el
> Congreso aprobó, en una
> votación apretada, la propuesta de oirlo. Entre
> tanto, Marcos y el
> presidente Fox buscaban sin éxito ponerse de acuerdo
> sobre cuál es la mejor
> manera de dar el primer paso para iniciar en firme
> el proceso de
> conversaciones de paz entre la guerrilla y el
> Gobierno.
>
> La semana pasada terminó en un suspenso tremendo.
> Antes de la decisión del
> Congreso, los zapatistas habían anunciado su
> determinación de regresar a
> Chiapas por considerar que la clase política se
> estaba cerrando al diálogo,
> y para atajarlos Fox había respondido con la orden
> de levantar los puestos
> de vigilancia militar en la zona del conflicto y con
> el anuncio de que
> liberaría al resto de los guerrilleros que aún están
> en prisión. El temor
> que generaba el ingreso zapatista a Ciudad de México
> para exigir los
> derechos de los indígenas parecía haber sido
> superado por la inquietud que
> producía la posibilidad de que regresaran a su
> tierra con las manos vacías.
>
> A través de una cadena de mensajes con amigos
> comunes, el subcomandante
> Marcos aceptó hablar con los periodistas de CAMBIO.
> La cita era a las 9:30
> de una noche de la semana pasada. La entrada
> principal de la Escuela de
> Antropología está protegida por agentes de la
> policía, y un grupo de
> estudiantes, que hace guardia las 24 horas del día,
> vigila los salones de
> clase donde están los zapatistas. Después de
> atravesar los dos anillos de
> seguridad, llegamos al lugar de la reunión donde no
> había más que una mesa y
> tres sillas. Cinco minutos más tarde llegó Marcos y
> habló con nosotros.
>
> CAMBIO: Después de siete años de que el Ejército
> Zapatista de Liberación
> Nacional anunció que un día entrarían triunfantes a
> Ciudad de México, usted
> entra a la capital y encuentra el Zócalo
> completamente lleno. ¿Qué sintió al
> subirse a la tarima y ver ese espectáculo?
>
> Subcomandante Marcos: Siguiendo la tradición
> zapatista de anticlímax, el
> peor lugar para ver una manifestación en el Zócalo
> es el templete. Había
> mucho sol, mucho smog, teníamos dolor de cabeza y
> estábamos muy preocupados
> contando a las personas que se iban desmayando
> delante de nosotros. Yo le
> comentaba a mi compañero, el comandante Tacho, que
> debíamos apurarnos porque
> cuando empezáramos a hablar nosotros no iba a quedar
> nadie en la plaza. No
> alcanzaba a verse toda la extensión. La distancia
> que teníamos por seguridad
> respecto a la gente, era una distancia también
> emotiva, y no nos enteramos
> de lo que pasó en el Zócalo hasta cuando leímos las
> crónicas y vimos las
> fotos al día siguiente. En ese sentido, y ya
> valorando sobre lo que otros
> nos dicen que fue, sí pensamos que fue la
> culminación de una etapa, que
> nuestro discurso, nuestra palabra en ese día era la
> apropiada y la más
> acertada, que desconcertamos a sectores que hubieran
> esperado que fuéramos a
> tomar el Palacio o a llamar a una insurrección
> generalizada. Pero también a
> los que pensaban que nuestro discurso se iba a
> limitar a la cuestión poética
> o lírica. Creo que el balance conseguido fue
> suficiente y que de una u otra
> forma el Ezln estaba hablando en el Zócalo el 11 de
> marzo, pero no del 2001,
> sino que estaba hablando de algo que estaba todavía
> por completarse: ese
> sentimiento que significa que la derrota definitiva
> del racismo se convierta
> en una política de Estado, en una política
> educativa, en un sentimiento de
> toda la sociedad mexicana. Como que eso ya está
> resuelto ahí, pero falta
> todavía algún trecho. Como decimos los militares, la
> batalla estaba ganada,
> pero todavía había algunos combates que dar. Creo,
> finalmente, que el Zócalo
> del día 11 de marzo nos decía que había sido
> acertado dejar las armas a un
> lado, que no era eso lo que provocaba que tuviéramos
> interpelación con la
> sociedad, que la apuesta a una movilización pacífica
> era correcta y que daba
> resultados. Falta que el Estado mexicano lo
> entienda, que el Gobierno en
> concreto lo entienda.
>
> "El 11 de marzo nos dijo que fue acertado dejar las
> armas a un lado, que la
> apuesta a una movilización pacífica era correcta".
>
> C.- Usted utilizó la expresión "como decimos los
> militares". Para los
> colombianos que hemos oído a nuestra guerrilla, el
> suyo no suena como un
> discurso militar. ¿Qué tanto de militares tienen
> usted y su movimiento, y
> cómo describe la guerra en la que ha luchado?
>
> SM.- Nosotros nos hicimos dentro de un ejército, el
> Zapatista de Liberación
> Nacional. La estructura es militar. El subcomandante
> Marcos es el jefe
> militar de un ejército. En todo caso nuestro
> ejército es un ejército muy
> otro porque lo que se está proponiendo es dejar de
> ser ejército. El militar
> es una persona absurda que tiene que recurrir a las
> armas para poder
> convencer al otro de que su razón es la razón que
> debe proceder, y en ese
> sentido el movimiento no tiene futuro si su futuro
> es el militar. Si el Ezln
> se perpetúa como una estructura armada militar, va
> al fracaso. Al fracaso
> como una opción de ideas, de posición frente al
> mundo. Y lo peor que le
> podría pasar, aparte de eso, sería que llegara al
> poder y se instalara como
> un ejército revolucionario. Para nosotros sería un
> fracaso. Lo que sería un
> éxito para una organización político-militar de las
> décadas del 60 y del 70,
> que surgió con los movimientos de liberación
> nacional, para nosotros sería
> un fracaso. Nosotros hemos visto que finalmente esas
> victorias eran fracasos
> o derrotas ocultas detrás de su propia máscara. Que
> lo que estaba pendiente
> siempre era el lugar de la gente, de la sociedad
> civil, del pueblo. Que
> finalmente es una disputa entre dos hegemonías. Está
> un poder opresor que
> desde arriba decide por la sociedad, y un grupo de
> iluminados que decide
> conducir al país por el buen rumbo y desplaza a ese
> otro grupo del poder,
> toma el poder y también decide por la sociedad. Para
> nosotros esa es una
> lucha de hegemonías, y siempre hay una buena y una
> mala: la que va ganando
> es la buena y la que va perdiendo es la mala. Pero
> para el resto de la
> sociedad, las cosas no están cambiando en lo
> fundamental. En el Ezln llega
> un momento en que se ve rebasado por lo que es el
> zapatismo. La E de la
> sigla queda empequeñecida, con las manos amarradas,
> de tal forma que para
> nosotros no sólo no significa una carga movilizarnos
> sin armas, sino que en
> cierto sentido también es un alivio. De hecho, la
> fajilla pesa menos que
> antes y sentimos que pesa menos la parafernalia
> militar que necesariamente
> lleva un grupo armado a la hora del diálogo con la
> gente. No se puede
> reconstruir el mundo, ni la sociedad, ni reconstruir
> los estados nacionales
> ahora destruidos, sobre una disputa que consiste en
> quién va a imponer su
> hegemonía en la sociedad. El mundo y en concreto la
> sociedad mexicana, está
> compuesto por diferentes, y la relación se tiene que
> construir entre esos
> diferentes con base en el respeto y la tolerancia,
> cosas que no aparecen en
> ninguno de los discursos de las organizaciones
> político-militares de las
> décadas del 60 y del 70. La realidad ha llegado a
> pasar la cuenta como
> siempre ocurre, y para los movimientos armados de
> liberación nacional el
> costo de la factura ha sido muy alto.
>
> "Creer que podemos hablar por otros más allá de
> nosotros es masturbación
> política".
>
> C.- Usted parece tener diferencias con la izquierda
> tradicional también en
> cuanto a los sectores sociales que los grupos
> representan. ¿Eso es así?
>
> SM.- Voy a señalar a grandes rasgos dos vacíos de la
> izquierda
> latinoamericana revolucionaria. Uno de ellos es el
> de los pueblos indios, de
> los que somos partícipes, y otros son los grupos
> supuestamente minoritarios.
> Aunque si todos nos quitáramos el pasamontañas no
> serían tan minoritarios,
> como son los homosexuales, las lesbianas, los
> transexuales. Esos sectores no
> sólo son obviados por los discursos de la izquierda
> latinoamericana de esas
> décadas y que todavía hacen carrera en el presente,
> sino que también se ha
> propuesto el marco teórico de lo que entonces era el
> marxismo-leninismo:
> prescindir de ellos y verlos como parte del proceso
> que debe ser eliminado.
> El homosexual, por ejemplo, es sospechoso de
> traidor, es un elemento nocivo
> para el movimiento y para el Estado socialista. Y el
> indígena es un elemento
> de retraso que impide que las fuerzas productivas...
> bla, bla, bla. Entonces
> lo que corresponde es eliminar esos sectores, para
> algunos en centros de
> reclusión o de reeducación, y para otros su
> asimilación en el proceso
> productivo y su transformación en mano de obra
> calificada. Proletarios, para
> ponerlo en esos términos.
>
> C.- Los guerrilleros suelen hablar en nombre de las
> mayorías. Sorprende que
> en su discurso usted habla en nombre de las
> minorías, cuando podría hablar
> del pueblo pobre o explotado. ¿Por qué lo hace?
>
> SM.- Toda vanguardia se supone que es representante
> de la mayoría. En
> nuestro caso pensamos que eso no sólo es falso sino
> que, en el mejor de los
> casos, no va más allá de un buen deseo, y en el peor
> de los casos es un
> claro ejercicio de suplantación. A la hora en que se
> ponen en juego las
> fuerzas sociales, se da cuenta de que la vanguardia
> no es tan vanguardia y
> de que los representados no se reconocen en ella. A
> la hora en que el Ezln
> está renunciando a ser vanguardia, está reconociendo
> su horizonte real.
> Creer que podemos hacer esto, que podemos hablar por
> éstos más allá de
> nosotros, es masturbación política. Y en algunos
> casos ni siquiera es eso
> porque ni siquiera se siente el placer del onanismo.
> Apenas el que se puede
> obtener en los panfletos que finalmente uno es el
> mismo que los consume.
> Estamos tratando de ser honestos con nosotros mismos
> y alguien puede decir
> que es un asunto de bondad humana. No. Podemos ser
> incluso cínicos y decir
> que ser honestos nos ha dado resultado cuando
> decimos que sólo representamos
> a las comunidades indígenas zapatistas de una zona
> del sureste mexicano.
> Pero nuestro discurso ha logrado tocar el oído de
> mucha gente más. Hasta ahí
> llegamos. No más. En todos los discursos que fuimos
> soltando a lo largo de
> esta marcha le estábamos diciendo a la gente y nos
> estábamos diciendo a
> nosotros mismos que no podíamos ni debíamos empezar
> a encabezar o a
> abanderar las luchas que íbamos tocando. Nosotros
> suponíamos que el México
> de abajo estaba muy a flor de piel, que había muchas
> injusticias, muchos
> reclamos, muchas heridas... En nuestras cabezas
> hacíamos la imagen de que
> cuando nuestra marcha iniciara teníamos que llevar
> un arado para ir
> levantando la tierra y que esto fuera surgiendo.
> Nosotros teníamos que ser
> honestos y decirle a la gente que no veníamos a
> encabezar nada de eso.
> Veníamos a encabezar esta demanda y con base en ésta
> se podían encadenar
> otras. Pero ésa es otra historia.
>
> "Si el Ezln llegara al poder y se instalara como un
> ejército revolucionario,
> para nosotros sería un fracaso".
>
> C.- ¿Los discursos de su marcha se fueron
> construyendo pueblo por pueblo
> hasta llegar al de Ciudad de México, o los diseñó
> desde el comienzo para ser
> dichos de esa forma, y que el último no fuera
> necesariamente el más fuerte?
>
> SM.- Mire, está la versión oficial y la versión
> real. La oficial es que nos
> dimos cuenta en ese momento de que los teníamos que
> hacer, y la versión real
> es que el discurso se fue construyendo en estos
> siete años. Llega un momento
> en que el zapatismo del Ezln es rebasado ya por
> muchas cosas. Estamos
> respondiendo no a lo que éramos antes de 1994,
> tampoco a lo que fuimos en
> los primeros días de 1994 cuando estábamos
> combatiendo, sino que sentimos
> que hemos ido adquiriendo una serie de compromisos
> éticos a lo largo de
> estos siete años. Lo que ocurrió es que pretendiendo
> llevar un arado, que
> finalmente no lo conseguimos a la hora de la hora,
> bastaba el propio
> batallar de la planta del pie cuando íbamos
> caminando para que esto fuera
> brotando. En cada plaza les fuimos diciendo a todos:
> "no venimos a
> dirigirlos, no venimos a decirles qué hacer sino que
> venimos a pedirles
> ayuda". Aún así, a lo largo de la marcha recibimos
> legajos de reclamos que
> venían desde antes de la revolución mexicana en
> espera de que alguien
> resuelva el problema. Si pudiéramos resumir el
> discurso de la marcha
> zapatista hasta hoy, sería: "Nadie lo va a hacer por
> nosotros". Hay que
> cambiar las formas organizativas, e incluso rehacer
> el quehacer político
> para que esto sea posible. Cuando decimos "no" a los
> líderes, en el fondo
> también estamos diciendo "no" a nosotros.
>
> C.- Usted y los zapatistas están en la cima de su
> prestigio, acaba de caer
> el PRI en México, hay un proyecto de ley en el
> Congreso que crea un estatuto
> indígena, y puede empezar la negociación que usted
> plantea. ¿Cómo ve el
> panorama?
>
> SM.- Como una lucha y una disputa entre un reloj que
> chequea el horario de
> ingreso de los empleados de una empresa, que es el
> reloj de Fox, y el
> nuestro que es un reloj de arena. La disputa es
> entre que nosotros nos
> acomodemos a ese reloj de chequeo y Fox se acomode
> al reloj de arena. No va
> a ser ni uno ni otro. Tenemos que entender, él y
> nosotros, que tenemos que
> construir otro reloj de común acuerdo, y que ese es
> el reloj que va a marcar
> el ritmo del proceso de diálogo y finalmente el de
> la paz. Estamos en el
> terreno de ellos, el de la sede del poder político,
> donde la clase política
> está en el medio en donde se desarrolla. Estamos con
> una organización
> perfectamente ineficaz a la hora de hacer política,
> al menos esa política.
> Somos torpes, balbuceantes y con buena voluntad. Del
> otro lado están los que
> manejan bien esos códigos. Es, otra vez, una disputa
> entre si el quehacer
> político va a ser el que dicte la clase política o
> el que nosotros traemos.
> Pienso, otra vez, que no va a ser ni uno ni otro.
> Cuando hicimos la guerra
> tuvimos que desafiar al Gobierno y ahora para
> construir la paz tenemos que
> desafiar no sólo al Gobierno sino a todo el Estado
> mexicano. No hay una mesa
> para sentarse a dialogar con el Gobierno. La tenemos
> que construir. El reto
> es que tenemos que convencer al Gobierno de que
> tenemos que hacer esa mesa,
> que debe sentarse y que va a ganar. Y que si no lo
> hace va a perder.
>
> C.¿Quiénes deben estar en esa mesa?
>
> SM.- Por un lado el Gobierno y por el otro nosotros
>
> "Nosotros no tenemos entre nuestros sueños húmedos
> una foto con Vicente Fox"
> .
> C.- ¿Fox no está aceptando de hecho esa mesa cuando
> dice que quiere hablar
> con usted, y que lo recibe en Palacio o que hablan
> en el lugar que usted
> escoja?
>
> SM.- Lo que él está diciendo es que quiere su parte
> del pastel mediático,
> porque no se ha convertido esto en un proceso de
> diálogo y negociación sino
> en una carrera de popularidad. Lo que quiere Fox es
> conseguir la foto para
> garantizar su presencia en los medios de
> comunicación. El proceso de paz no
> se construye con un evento coyuntural sino con un
> diálogo. Ese proceso no se
> construye con fotos, sino dando señales, sentándose
> y dedicándose a eso.
> Nosotros estamos dispuestos a hablar con Fox, si él
> se va a responsabilizar
> del diálogo y la negociación hasta que termine. Pero
> nosotros le
> preguntaríamos: ¿entonces, quién va a gobernar al
> país durante el tiempo en
> que esté reunido con nosotros, que será un proceso
> arduo? Bueno, qué les voy
> a decir yo a los colombianos de eso, si saben que
> los procesos de
> negociación y diálogo de un conflicto armado son
> escabrosos y que no es
> posible que el jefe del Ejecutivo se dedique de
> tiempo completo a eso. Que
> nombre un comisionado y sobre ese comisionado lo
> podemos construir. No hay
> afán. Nosotros no tenemos entre nuestros sueños
> húmedos una foto con Vicente
> Fox.
>
> C.- En ese proceso tan largo, ¿va a seguir así,
> vestido de guerrillero en un
> recinto universitario? ¿Cómo es un día suyo?
>
> SM.- Me levanto, doy entrevistas y llega la hora de
> volver a dormir (risas).
> Hacemos interlocución con varios de estos grupos que
> le he mencionado. Un
> montón de mundos o submundos -depende de cómo estén
> perseguidos y
> marginados- que el discurso zapatista ha tocado. Lo
> que estamos haciendo es
> tener dos mesas y una de esas sillas giratorias y de
> rueditas que había
> cuando yo era joven. Estamos en este momento en una
> mesa con el Congreso de
> la Unión y en otra mesa con las comunidades de la
> Ciudad de México. Pero nos
> preocupa que el Congreso nos está dando el
> tratamiento que le da a
> cualquiera que pide ser atendido y le dicen que
> espere porque están
> atendiendo otros asuntos. Si esto es así, son muchas
> cosas las que se
> lastiman porque no sólo está en juego el
> reconocimiento de los derechos
> indígenas. Sería una carambola mala porque los
> golpeados serían muchos. La
> gente no va aceptar que la volteen a mirar sólo en
> la fecha electoral.
> Además sería una señal para los otros grupos
> político-militares más
> radicales, que han crecido con la bandera de que la
> negociación política es
> una claudicación.
>
> C.- Entre paréntesis, dice usted que había sillas
> giratorias cuando era
> joven. ¿Cuántos años tiene?
>
> SM.- Yo tengo 518 años...(risas).
>
> C.- ¿El diálogo que ustedes proponen busca la
> creación de nuevos mecanismos
> de participación popular para la toma de decisiones
> o están detrás de
> decisiones de Gobierno que consideran necesarias
> para el país?
>
> SM.- El diálogo significa simplemente acordar las
> reglas para que la disputa
> que se da entre ellos y nosotros sea en otro
> terreno. Lo que está en la mesa
> del diálogo no es el modelo económico. Lo que está
> en juego es cómo nos
> vamos a disputar eso. Es algo que Vicente Fox tiene
> que entender. Nosotros
> no nos vamos a hacer foxistas en la mesa. Lo que la
> mesa tiene que construir
> es que este pasamontañas salga con dignidad y que ni
> yo ni nadie tenga que
> regresar a llenar esto de parafernalia militar. El
> reto es que no sólo
> tenemos que construir la mesa, sino que tenemos que
> construir al
> interlocutor. Tenemos que construirlo como un hombre
> de Estado y no como
> producto de la mercadotecnia o del diseño de los
> especialistas de imagen. No
> es fácil. Era más fácil la guerra. Pero con la
> guerra lo que es irremediable
> es mucho mayor. En la política siempre se puede
> remediar.
>
> "El proceso no se construye con fotos, sino dando
> señales, sentándose y
> dedicándose a eso".
>
> C.- Su indumentaria es extraña: un pañuelo raído
> amarrado al cuello y una
> gorra deshecha. Pero a la vez lleva una linterna que
> aquí no necesita, un
> aparato de comunicaciones que se ve muy sofisticado
> y tiene un reloj en cada
> muñeca. ¿Son símbolos? ¿Qué significa todo eso?
>
> SM.- La linterna es porque nos tienen metidos en un
> hueco donde no hay luz y
> el radio es para que mis asesores de imagen me
> dicten las respuestas a las
> preguntas de los periodistas. No. En serio. Este es
> un walkie talkie
> comunicado con seguridad y con nuestra gente en la
> selva para que nos
> comuniquen si hay algún problema. Hemos recibido
> varias amenazas de muerte.
> El paliacate (pañuelo) era rojo y nuevo cuando
> tomamos San Cristóbal de las
> Casas hace siete años. Y la gorra es con la que
> llegué a la selva lacandona
> hace 18 años. Con un reloj llegué a esa selva y el
> otro es de cuando empezó
> el alto el fuego. Cuando las dos horas coincidan
> significa que se acabó el
> zapatismo como ejército y que siguen otra etapa,
> otro reloj y otro tiempo.
>
> C.- ¿Cómo ve a la guerrilla colombiana y en general
> el conflicto armado de
> nuestro país?
>
> SM.- Desde acá veo muy poco. Lo que dejan filtrar
> los medios de
> comunicación: el proceso de diálogo y negociación
> que tienen ahora, las
> dificultades que surgen en ese proceso. Por lo que
> alcanzo a ver es un
> proceso de diálogo muy tradicional, no es novedoso.
> Están sentados los dos a
> la mesa y los dos están poniendo al mismo tiempo en
> juego sus fuerzas
> militares para construir posiciones ventajosas en la
> mesa. O al revés,
> porque no sabemos qué tiene cada quien en la cabeza.
> A lo mejor la mesa está
> produciendo situaciones ventajosas para los
> enfrentamientos militares. No
> hacemos mucho caso sobre las acusaciones de ligas
> con el narcotráfico porque
> no sería la primera vez que se le acusa a alguien de
> esas cosas y luego
> resulta que no es cierto. Dejamos el beneficio de la
> duda. No lo calificamos
> como bueno o malo, pero sí tomamos distancia como lo
> hacemos con otros
> grupos armados en México en cuanto que consideramos
> que no es ético que todo
> se valga por el objetivo del triunfo de la
> revolución. Todo, incluyendo
> llevarse entre las patas a civiles, por ejemplo. No
> es ético que la toma del
> poder cubra de bondad las acciones de cualquier
> organización revolucionaria.
> No creemos eso de que el fin justifica los medios.
> Finalmente nosotros
> pensamos que el medio es el fin. Construimos nuestro
> objetivo a la hora en
> que vamos construyendo los medios por los que vamos
> luchando. En ese
> sentido, el valor que le damos a la palabra, a la
> honestidad y a la
> sinceridad es grande, aunque a veces pequemos de
> ingenuos. Por ejemplo, el
> 1° de enero de 1994, antes de atacar al Ejército,
> nosotros le dijimos que lo
> íbamos a atacar. No nos creyó. A veces nos da
> resultado y a veces no. Pero a
> nosotros nos satisface que, como organización, nos
> vayamos construyendo una
> identidad.
>
> C.- ¿Usted cree posible negociar la paz en medio de
> la guerra como sucede en
> Colombia?
>
> SM.- Es muy cómodo y muy irresponsable opinar desde
> acá sobre lo de allá. Un
> proceso de diálogo y negociación no tiene éxito si
> las partes no renuncian a
> vencer. Si una de las partes utiliza el proceso de
> diálogo como un tour de
> force para ver quién derrota al contrario, el
> proceso de diálogo va a
> fracasar tarde o temprano. En ese caso, el terreno
> de la confrontación
> militar se está trasladando a la mesa. Para que el
> diálogo y la negociación
> tengan éxito necesitan partir los dos del precedente
> de que no pueden vencer
> al contrario. Hay que construir una salida que
> signifique la victoria para
> los dos, y en el peor de los casos que signifique
> una derrota para los dos.
> Pero que no siga la confrontación como está. Claro
> que es difícil, sobre
> todo en movimientos que tienen muchos años como es
> el caso de la guerrilla
> colombiana. Hay mucho ya lastimado de uno y otro
> lado y muchas deudas
> pendientes, pero creo que nunca es tarde para
> intentarlo.
>
> "Para que la negociación tenga éxito las partes
> necesitan partir del
> precedente de que no pueden vencer al contrario".
>
> C.- ¿Todavía, en medio de todos esos rollos, tiene
> tiempo para leer?
>
> SM.- Sí porque si no... ¿qué hacemos? En los
> ejércitos de antes, el militar
> aprovechaba el tiempo para limpiar su arma y
> rehacerse de parque. En este
> caso, como nuestras armas son las palabras, tenemos
> que estar pendientes de
> nuestro arsenal a cada momento.
>
> "Lo más que llegaron a decirme fue que era un
> rabanito: rojo por fuera y
> blanco por dentro".
>
> C.- Todo lo que dice, la forma en que lo dice y el
> contenido, demuestran una
> formación literaria muy seria y muy antigua. ¿Cómo
> se hizo y de dónde salió?
>
> SM.- Tiene que ver con lo que fue nuestra niñez. En
> nuestra familia la
> palabra tenía un valor muy especial. La forma de
> asomarse al mundo era a
> través del lenguaje. No aprendimos a leer en la
> escuela sino leyendo los
> periódicos. Mi padre y mi madre nos metían
> rápidamente a leer libros que te
> permitían asomarte a otras cosas. De una u otra
> forma adquirimos la
> conciencia del lenguaje como una forma no de
> comunicarnos sino de construir
> algo. Como si fuera un placer más que un deber.
> Cuando viene la etapa de las
> catacumbas, frente a los intelectuales burgueses, la
> palabra no es lo más
> valorado. Queda relegado a un segundo plano. Es
> cuando llegamos a las
> comunidades indígenas, cuando el lenguaje llega como
> una catapulta. Te das
> cuenta de que te faltan palabras para expresar
> muchas cosas y eso obliga a
> un trabajo sobre el lenguaje. Volver una y otra vez
> sobre las palabras para
> armarlas y desarmarlas.
>
> C.- ¿No será al contrario? ¿No será que ese manejo
> de la palabra es lo que
> permite esa nueva etapa?
>
> SM.- Pasa como en una licuadora. No sabes qué fue lo
> que le aventaste
> primero, y lo que se tiene es el coctel.
>
> "No es ético que todo se valga por el objetivo del
> triunfo de la revolución,
> incluyendo llevarse entre las patas a civiles".
>
> C.- ¿Podemos hablar de esa familia?
>
> SM.- Era una familia de clase media. El padre, el
> jefe de familia, era
> maestro de escuela rural en la época del cardenismo
> cuando, como decía él, a
> los maestros les cortaban las orejas por comunistas.
> Mi madre, también
> maestra rural, finalmente cambia de lugar y se hace
> a una familia de clase
> media. Quiero decir que era una familia sin ninguna
> dificultad. Todo esto en
> provincia, donde el horizonte cultural es la página
> de sociales de un
> periódico. El mundo de afuera o el gran mundo era la
> Ciudad de México y sus
>
> librerías, porque eso era el gran atractivo de
> llegar acá. Eventualmente
> había ferias del libro en provincia, y ahí era donde
> podíamos conseguir
> algo. García Márquez, Fuentes, Monsiváis, Vargas
> Llosa (independientemente
> de cómo piense) para mencionar algunos a grandes
> rasgos, entran a través de
> mis padres. Nos ponen a leerlos. Cien años de
> soledad era para explicar lo
> que era la provincia en ese entonces. La muerte de
> Artemio Cruz, lo que
> había pasado con la revolución. Días de guardar, lo
> que estaba pasando en la
> clase media. De alguna forma era nuestro retrato
> pero desnudo, La ciudad y
> los perros. Todas esas cosas estaban ahí. Estábamos
> saliendo al mundo de la
> misma forma en que estábamos saliendo a la
> literatura. Yo creo que eso nos
> marcó. No nos asomábamos al mundo a través de un
> cable noticioso sino a
> través de una novela, un ensayo o un poema. Eso nos
> hizo muy otros. Ese fue
> el cristal que mis padres pusieron, como otro puede
> poner el cristal de los
> medios de comunicación, o un cristal negro para que
> no se vea qué está
> pasando.
>
> C.- ¿En dónde está El Quijote en medio de todas esas
> lecturas?
>
> SM.- Me regalaron un libro cuando cumplí 12 años,
> hermoso, de pasta dura.
> Era Don Quijote de la Mancha. Yo lo había leído pero
> en esas ediciones
> juveniles. Era un libro caro, un regalo muy especial
> que por ahí debe estar
> esperando. Shakespeare es el que llega después. Pero
> si pudiera dar el
> orden, diría que en literatura entra primero lo que
> se llamó como el boom
> latinoamericano, luego Cervantes, luego García Lorca
> , y ahí viene una etapa
> de poesía. De manera que usted (señala a García
> Márquez) es corresponsable
> de todo esto.
>
> C.- ¿Los existencialistas y Sartre pasaron por ahí?
>
> SM.- No. Llegamos tarde a todo eso. Propiamente a la
> literatura existencial
> y antes de ella a la literatura revolucionaria,
> llegamos ya muy maleados,
> como dirían los ortodoxos. De modo que a Marx y a
> Engels les entramos muy
> viciados por la literatura, su sarcasmo y su humor.
>
> C.- ¿No había lecturas de teoría política?
>
> SM.- En la primera etapa, no. Del A, B, C, D pasamos
> a la literatura y de
> ahí a los textos teóricos y políticos hasta que va
> entrando uno a la
> preparatoria.
>
> C.- ¿Creían sus compañeros que era o podía ser
> comunista?
>
> SM.- No, creo que no. Tal vez lo más que llegaron a
> decirme fue que era un
> rabanito: rojo por fuera y blanco por dentro.
>
> "No hay mejor forma para entender el sistema
> político mexicano en su parte
> trágica y en su parte cómica que Hamlet, Macbeth y
> El Quijote".
>
> C.- ¿Qué está leyendo ahora?
>
> SM.- El Quijote es el que está de cabecera y por lo
> regular cargo el
> Romancero Gitano de García Lorca. El Quijote es el
> mejor libro de teoría
> política, seguido de Hamlet y Macbeth. No hay mejor
> forma para entender el
> sistema político mexicano en su parte trágica y en
> su parte cómica: Hamlet,
> Macbeth y El Quijote. Mejor que cualquier columna de
> análisis político.
>
> C.- ¿Usted escribe a mano o en computadora?
>
> SM.- En computadora. Sólo en esta marcha tuve que
> escribir mucho a mano
> porque no había tiempo de trabajar. Hago un
> borrador, después otro y otro y
> otro. Parece broma, pero es por ahí del séptimo
> cuando sale.
>
> C.- ¿Qué libro está escribiendo?
>
> SM.- Estaba intentando escribir un despropósito, que
> es tratar de
> explicarnos a nosotros mismos desde nosotros mismos,
> que es casi imposible.
> Lo que nosotros tenemos que contar es la paradoja
> que somos. Por qué un
> ejército revolucionario no se plantea la toma del
> poder, por qué un ejército
> no combate si ese es su trabajo.
> Todas las paradojas que hemos enfrentado: que
> hayamos crecido y nos hayamos
> hecho fuertes en un sector que está completamente
> alejado de los canales
> culturales.
>
> C.- Si todo el mundo sabe quién es usted, ¿para qué
> el pasamontañas?
>
> SM.- Un dejo de coquetería. No saben quién soy, pero
> además no les importa.
> Lo que se está jugando aquí es lo que es y no lo que
> fue el subcomandante
> Marcos.



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