Silvestre Byrón on Fri, 23 May 2003 09:41:37 +0200 (CEST)


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[nettime-lat] EAF - EL CASO DEL NEW YORK TIMES


               Tercera Temporada EAF
            EL CASO DEL NEW YORK TIMES

      Estalló. El escándalo Blair.
Durante el mes de abril último, el diario The San
Antonio Express-News denunció un plagio respecto a la
historia de los familiares de un soldado tomado
prisionero en Irak ante los directivos del New York
Times. Un seguimiento hubo que puso en evidencia a uno
de sus 375 redactores, el simpático Jayson Blair. Más
de un centenar de entrevistas con los sujetos de sus
notas, jefes y compañeros de trabajo, se chequearon
hasta llegar a la conclusión de que el cuestionado
redactor había publicado fantasiosas mentiras y citas
inexistentes en primera plana llegando a repercutir en
las cúpulas del poder. Responsable de The New York
Times Company, el directivo Arthur Sulzberger
consideró esta evidencia como un enorme ojo negro, una
mácula en la confianza entre el diario y sus lectores.
El escándalo es mayor si se considera que el NYT es
una referencia para medios estadounidenses y del mundo
entero. Blair finalmente renunció. La edición del 11
de mayo incluyó un completo reporte sobre la
investigación de cuatro páginas disculpándose ante el
público. El escándalo Blair puso en cuestión los
controles internos del diario y probó el ficcionarismo
periodístico capaz de fraguar realidades desde un
ordenador.
      Lo sucedido también actualizó un HTML publicado
por Geocities.com/cuidar_se (2002): 

                     EAF/Render                 
              EL JUEGO DE LAS SUSTITUCIONES
                   Als ob - Come se

     El “como si...” –als ob; come se- actualiza
interpretaciones entre las “ciencias teoréticas” como
la filosofía y la estética -desde la entidad ficticia
de J. Bentham y la verdad relativa de Georg Simmel,
pasando por el ficcionismo de Giovanni Marchesini y
Hans Vaihinger, hasta el arte de diversión de R. G.
Collingwood- y en las “ciencias de la acción” como la
sociología y la psicología -entre la mentira
convencional de Max Nordau y la confusión,
desinformación y comunicación de Paul Watzlawick-
señalando el juego de las sustituciones. La realidad
creada por el pensamiento.- 

      Sumptio, principium, suppositio, conjectura,
praesumptio.
      Son los diversos nombres que recibió en la
filosofía premoderna. Entre la antigüedad clásica y la
medievalidad. Sumptio admite algo en una proposición;
principium refiere un comienzo, un origen; suppositio
y conjectura son formas de la presunción; praesumptio
vale jurídicamente. Todo gira en torno a una
inferencia. Un cálculo, una figuración. Entia
rationis, fictio rationis. Lo probable, la conjetura.
La fictio que, como signo de algo inferido, por un
momento, sustituye a lo verdadero. Ese es el juego de
las sustituciones: la realidad creada por el
pensamiento. Lo ficcionario. Este es el protocolo.
Está presente en la cultura artística e intelectual,
científica y técnica, denotando figuraciones. Pero
también se encuentra en los hechos de la vida diaria.
En la estructura de pensamiento y de dominación del
mundo moderno. A manera de un poder que,
inadvertidamente grava el sentimiento y la voluntad
creando mundos figurados. 

               CUASI COSAS, CUASI CONCEPTOS

      Esta sustitución depende de modos arbitrarios
para discurrir la realidad del mundo. Creando una
realidad no real. O una realidad irreal, ficticia.
Quasi real. “Como sí...”.
      De eso trata lo ficcionario. De cuasi cosas. De
ficciones, cuasi conceptos de cuasi cosas. Desde
conceptos y términos auxiliares e intermedios a
operaciones y medios, métodos y representaciones;
proposiciones teóricas. Filosóficamente todo es
ficcionario. Absoluta o parcialmente. Con una
condición. A cada momento, artística o
científicamente, el juego de las sustituciones es
conciente de la arbitrariedad. 
      Por otra parte, el alcance del juego determina
su apelación. Sea simbólico o abstracto la ficción es
un instrumento que no se justifica en tanto denote
algo.
      Es lo esperado del “como sí”. Su carácter
referente.
      Lo demás es ensueño. Sustitución inconciente o
denotación carente de contenido. En todo caso,
arbitrariedad carente de elementos de orden.

                        FILÓSOFOS

       Sin disponer una teoría que avale las
diferentes categorías de lo ficcionario en el plano
especulativo del arte y la ciencia, los filósofos de
la modernidad han formulado cuasi conceptos de cuasi
cosas. Desde los “modos de decir” de Leibnitz y las
“meras ideas” de Kant hubo autores que hicieron
filosofía sin una justificación expresa del “como sí”.
La cimentación teórica sería obra de otro grupo de
filósofos, modernos también ellos. Comenzando, a
medida del racionalismo inglés, con el jurisconsulto
británico Jeremy Bentham (1767-1832) cuya fictitious
entity encara al factor simbólico en cuestiones
científicas y metafísicas, y el sociólogo alemán Georg
Simmel (1858-1918) quien, desde un fundamento
kantiano, introduce el relativismo de la verdad.
Estableciendo categorías, dos filósofos, el italiano
Giovanni Marchesini (1868-1931) y el alemán Hans
Vaihinger (1852-1933), refieren al ficcionalismo, como
un modo de encarar y sobrepujar problemas. Ya fueran
jurídicos, éticos, heurísticos o matemáticos.
Haciendo filosofía del arte, el inglés Robin George
Collingwood (1889-1943) admite lo ficcional de un modo
artístico. Con fines pragmáticos, dos médicos-autores,
el húngaro Max Nordau (1849-1923) y el austríaco Paul
Watzlawick (1921), reconocen la ficción entre la
mentira convencional y la comunicación en los hechos
de la vida diaria.

                TEORÍA DE LAS FICCIONES

      Según Bentham, éstas son creadas por un factor
lingüístico. La denominación crea la entidad. Por lo
tanto, como ésta puede ser sensorial o intelectiva,
entonces puede ser real o imaginaria. Hay una entidad
ficticia la cual, dada por la forma gramatical, se la
reconoce como virtual sin interés alguno por
actualizarla. Cada nombre-substantivo, en tanto no
refiera a una entidad real, sensorial o intelectiva,
es el nombre de una entidad ficticia.
       Órdenes. No marchan aisladas las diversas
entidades. Vínculos existen entre una y otra. Como una
concepción de tal vínculo. Esto funda órdenes según el
grado de alejamiento entre ambas. Hay una entidad
ficticia de primer orden, si se considera su vínculo
con una entidad real independiente de otra entidad
ficticia, como hay otra de segundo orden, si se
considera su vínculo con otra entidad ficticia de
primer orden, y así sucesivamente. Un movimiento y un
reposo figuran como entidades ficticias de primer
orden. Una cualidad, en cambio, como entidad ficticia
de segundo orden. También hay entidades ficticias
físicas y conectadas con la relación. Entre las
primeras figuran las categorías aristotélicas (no la
substancia). Entre las segundas, la materia, la forma,
el lugar, el tiempo y la existencia.
       Tales ficciones, por último, atienden
cuestiones creadas dentro del orden jurídico.

                    LA VERDAD RELATIVA

      A juicio de Simmel, no hay un sujeto absoluto
sino espíritus individuales; luego, no hay visión del
mundo absolutamente cierto sino visiones particulares
y parciales que, pese a todo, se configuran en algunas
formas universales del espíritu. Tales visiones, dado
el carácter de universalidad, son los grandes sistemas
filosóficos. Sus categorías son infinitas. Ninguna
categoría es impuesta por el mismo dato. Éste, a su
vez, puede ser considerado según categorías distintas.
Por lo tanto, la metafísica es legítima sólo como
interpretación simbólica de lo real. 
      Virtualidad. No es un conocimiento sino la
transformación de intereses y necesidades que están
más allá de lo falso y lo verdadero. Cada metafísica
es parcial y relativa, una interpretación del mundo
tejida con uno solo de los hilos que forman el tejido
de la realidad. El filósofo capta un rasgo determinado
del mundo y lo amplía hasta incluir en él a la
totalidad elevándolo más allá de lo relativo, hasta lo
absoluto, lo infinito. Cada visión metafísica es una
verdad relativa que aspira a lo absoluto. La
relatividad, es la esencia misma de la verdad. Como
una “imagen” del mundo, relativa y móvil, nacida en el
seno de la vida y que engendra siempre verdades nuevas
y relativas.
       En síntesis, sistemas y soluciones metafísicas
no son más que ficciones.

                 DOCTRINA DEL FICCIONALISMO

       Procurando un positivismo idealista, opuesto al
materialista, Marchesini busca dar entrada a los
valores de la personalidad y a los ideales en una
filosofía científica. Su doctrina de las ficciones, el
ficcionalismo, y su filosofía del “como sí”, considera
que ciertos conceptos, aquellos que designan valores,
v. g., son ficciones hechas por una proyección de la
conciencia. No se trata de ilusiones ni de
alucinaciones. Las ficciones regulan tanto al siquismo
como a la vida moral y social.
       Según Vaihinger, todo aquello que no es
experiencia desnuda y pura es ficción. El hombre no
puede quedar satisfecho de la sola sensación bruta y
por eso se crea ciertas ficciones, como la libertad o
la inmortalidad, útiles en la experiencia del mundo.
Conciente o inconciente, lo ficcionario ofrece la
ilusión de satisfacer las exigencias más profundas del
hombre. En consecuencia, se actúa como si las
ficciones fueran realidad. Por tanto, no sólo cuentan
las ficciones creadas por la cultura científica.
También valen las creadas por la religión, la moral y
la economía, como “útiles y valiosas” sin las cuales
el pensamiento, la sensibilidad y la acción se
disolverían. Conforme se acentúe su carácter
conciente, éstas permiten el reconocimiento de
realidades no ficcionales y las bases de una teoría de
la verdad. Para concluir, el “como si” en Vaihinger es
tanto una norma de pensamiento como de acción.

                    ARTE DE DIVERSIÓN

       Procurando un “mapa del conocimiento”, campo de
la experiencia artística, religiosa, científica,
histórica y filosófica, Collingwood lo describe como
una subcategoría. Es un tipo de experiencia artística
ilusoria. Algo referido a lo contingente, al capricho
y a la moda. Es el pan y circo del mundo moderno. La
producción de consumo. Carente de todo magismo.
La gratuidad caracteriza al arte «de diversión» en el
sentido de que no hay costo alguno para su consumidor.
Ninguna carga personal. Nada que opere
transformaciones en el espectador. Que, en definitiva,
aumente su coeficiente de humanidad.
      A diferencia del «arte mágico», como entidad
real, Collingwood lo caracteriza como una entidad
ficticia que suple a la violencia, al alcohol y las
drogas en tanto modos de sobrepujar al tedio vital.

             LA MENTIRA CONVENCIONAL

      Tras advertir la paradoja y la contradicción
entre el juicio filosófico y la opinión pública, entre
la sabiduría popular y el pensiero crítico,
racionalista, del mundo moderno, Nordau sostiene que
la cultura humana conviene mentiras. Las llamadas
mentiras convencionales. Desde prácticas religiosas y
principios dogmáticos en contradicción con su
experiencia, el compromiso con políticas anacrónicas,
los sistemas económicos y morales institucionalizados,
hasta la familia, tal como la Iglesia y el Estado la
sustentan.
     Sin dejar pasar el conflicto entre la ciencia y
la religión, salvando el coeficiente de religiosidad,
se subraya cuanto hay de mentiroso en el homenaje a
ceremonias de culto siendo que ya no se cree en ellas
y se sostengan sus formas exteriores. Hay la mentira
monárquica y aristocrática como hay la política,
económica y matrimonial.
     Anticlerical, antidinástico y antimonárquico,
crítico de la excesiva inherencia parlamentarista y
del sistema capitalista, opositor a la aristocracia y
la burguesía, al matrimonio de interés y al vínculo
indisoluble, el positivismo de Nordau apunta a una
moral natural de solidaridad humana.

        CONFUSIÓN, DESINFORMACIÓN, COMUNICACIÓN

      Watzlawick relaciona la entidad ficticia con la
comunicación siendo que ésta crea la realidad. Hay
algo paradójico en esto. Por un lado la realidad es lo
que la cosa realmente es en tanto que la comunicación
es únicamente una manera de describirla y de informar
al respecto. De todos modos, el aparato de las
percepciones de la realidad es ilusorio. Tanto así que
es preciso apuntalarlo constantemente. Falsificando la
realidad para no contradecir el pensamiento. Esto
implica un auto-engaño al suponerse sólo una verdad
siendo que abundan las versiones de la misma, aun
opuestas entre sí, aun cuando todas son más resultado
de la comunicación  que del reflejo de verdades
eternas y objetivas.
       Se considera a la confusión como resultado de
comunicaciones perturbadas y de las distorsiones de la
vivencia de la realidad derivada de ésta. La
desinformación supone complicaciones y alteraciones de
la realidad surgida de la búsqueda de información o en
el escamoteo y retención de la misma. Por último, la
comunicación concierne a su establecimiento; esto es,
a los problemas inherentes a la creación de una
realidad accesible a otros seres ya fueran animales,
extraterrestres o imaginarios. Todavía más, según
Watzlawick hay una “realidad inventada”.

                      MUNDOS FIGURADOS

       Deseable e indeseable. Según se acorte el hiato
entre la conciencia y la inconciencia, la entidad
ficticia aliena -en menor o mayor grado- la
individualidad, la conciencia y la voluntad. Las
ficciones concientes, desde lo ficcionario aparente
del pensamiento artístico y lo ficcionario hipotético
del pensamiento científico, hasta las ficciones
inconcientes, dominativas de la vida diaria, todas
sustituyen -arbitrariamente- la realidad del mundo.
Algo hace la diferencia. Creadas por la cultura
artística y científica, las ficciones concientes son
advertidas por lo articulado de sus elementos de
orden. Las ficciones inconcientes, más confusas, desde
la aculturización del individuo por la vida diaria no
son reconocibles. Esto es lo deseable e indeseable de
lo ficcionario.
        El juego de las sustituciones crea dos mundos
figurados. El de las ficciones deseables que
concientemente se sustentan en sistemas y métodos,
categorías y subcategorías. En oposición, el de las
ficciones indeseables que inconcientemente generan
creencias e ilusiones, ideales y prejuicios. Este es
el juego. El mundo del arte y la ciencia colmado de
principios o el mundo de la vida diaria colmada de
voces de orden. 
       Al fin se trata de dos mundos inhabitables.
       En su actividad la cultura artística y
científica impulsa un permanente recambio de sus
principios. No hay sistemas y métodos, categorías y
subcategorías que puedan darse por cabalmente
establecidas. Sus principios son cada vez más
provisorios. Como su aparato ficcionario, expuesto a
un movimiento continuo entre incertidumbres aparentes
e hipotéticas.
       La vida diaria es otra cuestión a resolver. Son
sus creencias e ilusiones, ideales y prejuicios las
que generan tensiones. Ya fuera porque un progresismo
las renueva o porque fuerzas reaccionarias las
perpetúa. Son las frases e ideas hechas por el eslogan
institucional y dogmático de estructuras
gubernamentales o empresarias, de sectores de poder y
de opinión.
        Este podría ser el protocolo de lo
ficcionario: la habilidad de desenvolverse entre
mundos figurados -realidad creada por el pensamiento-
condicionado por un juego de sustituciones concientes
e inconcientes.
                     EAF/2003.-
           www.geocities.com/eaf_underground
           www.geocities.com/eaf_iniciacion
Bibliografía
R.G. Colllingwood, The Principles of Art, 1938.
Giovannni Marchesini, Le finzioni dell’anima, 1905.
Max Nordau, Conventionelle Lügen der Kulturmenschheit,
1883.
C. K. Ogden, Bentham’s Theory of Fictions, 1932.
Paul Watzlawick, Wie wirklich ist die Wirkichkeit?,
1976.
Hans Vaihinger, Die Philosophie des Als Ob. System der
theoretischen, praktischen und religiösischen
Fiktionen der Menschheit auf Grund eines
idealistischen Positivismus, 1911.
EAF/2001.-




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